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Mostrando entradas de mayo, 2018

Distorsión

Me ví obligado a abrirme un nuevo camino. Tenía que alejarme cuanto antes de ese sentimiento, liberarlo poco a poco de mi. Ya era suficiente. Me di cuenta de que había vivido a través de un espejo tan diferente y distorsionado, que cuando comparé mi mundo con otras realidades tan solo sentí terror. Hacía mucho tiempo que no sentía la necesidad de salvarme de mi mismo, de escapar de la trampa que me estaba poniendo y en la que tal vez estuve años en silencio. Necesitaba sacar de mi esas emociones que eran máscaras de algo sumamente confuso. Quería sentirme único. Verme volar sin miedo otra vez. Todavía me hallo descubriendo, dónde perenezco, quién soy. Mi luz no llegó al alma, mis lágrimas no encontraron compasión. Poco a poco me di cuenta de que nadie iba a poner una vela para el diablo que soy yo.

Humano

¿Tú también los escuchas? Sin nombre, aparece en el mejor momento para acompañarte en el hundimiento. Te da la mano y la hunde contigo susurrando en tu oído palabras que te hacen sentirte como un peso muerto, y sigues bajando, ahogado. Realmente te ahogas en ti mismo. El pulso se acelera. Sientes cómo la sangre fluye por todo tu cuerpo. Cómo la respiración es insuficiente. Y sientes el vacío que se halla en ese océano en el que te encuentras inmerso. Cuando abres los ojos sientes calma, un estado en el que no sientes dolor, sin más te encuentras paralizado porque no quieres escuchar más voces, tan solo calma: silencio. Miras hacia arriba y los rayos de luz atraviesan ese mar. Sientes ganas de ver qué hay por encima del agua, qué nuevo mundo hay por descubrir. Escuchas de nuevo, sin nombre, pero diferente. Esta vez se transforma en una mano que aparece entre la luz para sacarte de ese lugar. Te encuentras con una mano amarrada en ambos lugares, humano. Hay momentos en l

la chapelle

¿Recuerdas cómo la luz del sol cobraba vida a través de los colores que le ofrecieron las vidrieras de la capilla? Era magia. Siempre está en mi mente cuando quiero perdonar, o encontrárme. También observé puertas que atravesé, y en ellas me vi encerrado en la oscuridad ante proyecciones del dolor que me transformó. Me abracé a mi mismo y cerré la puerta dejando un atisbo de luz en esa habitación, sabiendo que crecería, sin rumbo, sin tiempo, seguiría adelante. Sin rumbo vi mi barco, y así deseé que se mantuviese; pues lo vi hundido cada vez que planeaba llegar al oasis. Ahora atravesaba las tormentas con firmeza, admiraba la calma del océano con el cálido matiz del atardecer.