Orígenes

Era un lugar cuyos muros eran sustituidos por vanos, vidrieras de colores, repleto de rosas, de flores que impregnaban su aroma en cada rincón, y al fondo se encontraba de nuevo una puerta entreabierta, la cual llamó mi atención por su aspecto austero, de madera algo desgastada y con un pomo oxidado; realmente marcaba el contraste ante todo lo que la rodeaba.
Me quede mirándola en mitad de ese ambiente que me abrazaba junto al silencio, el cual no era incómodo, sino que me transmitía tranquilidad.
Tras meditar por un instante en el cual desapareció la noción del tiempo, -tal y como cuando brindas un beso de amor-, decidí entrar y descubrir lo que se hallaba detrás de ésta.
El pomo estaba frío, y aún diría que recuerdo su textura oxidada. Se hallaba un proyector en la habitación, así conteniendo mi atención ante los objetos obsoletos que se esparcian en el resto de la misma. Decidí pararme frente a lo que se estaba proyectando, y para mi sorpresa, ahí estaba yo.




Salí de la habitación. Ahora conociéndome un poco más, descubriendo mis raíces, el origen de mis lamentos, dejando el rencor atrás una vez más.

Ésta vez me aseguré de cerrar la puerta.

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